A mi padre.
A Raquel y Lucita, sus hermanas por convicción.
sin miedo ni agonías cuando el mar era reflejo
de nubes azuladas y garzas viajeras.
Los peces saltaban a la orilla con su radiante pureza.
Veíamos pasar las horas en paz, la leña consumirse
el fuego apagarse, nuestras miradas quedaban atrapadas
en el silencio de las luces lejanas,
años después con tristeza de horizonte perdido
caminos sin regreso y duelos irreconciliables.
No fuímos a Bremen a pesar de soñarla
no pudimos escupir la piedra maldita
nunca ser hipnotizados por sus campanas.
La veíamos desde lejos, cerca del corazón,
sentados bajo los techos quiméricos
de la ciudad imposible, tomados de las manos
en el perfecto instante de la muerte.
Tuve a tu voz entre mis brazos mientras volaba
hacia el extraño pentagrama de Glockenspiel House
donde la brisa rendía culto a nuestra existencia.
Mis pies se negaban a renacer...
(foto:/Raquel (sentada) y Lucita / mi mamá con su sobrina Ana/ tía Carmita/
photo by Emilio López Aldrey/1944)